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"Un país que no hace documental no registra su memoria"

Impresión, la revista de la especialidad de Periodismo de la PUCP, ha considerado a Javier Corcuera como un ejemplo de emprendimiento en las comunicaciones.

Publicado: 2014-11-30

La película Sigo Siendo estuvo diez semanas en la cartelera nacional. Durante ese tiempo luchó de igual a igual con largometrajes comerciales que tenían detrás un poderoso aparato publicitario. Pero, el público respondió. Al final de las funciones, los asistentes aplaudían porque acababan de ver un documental que exploraba su propia identidad (a través de la música) y más importante aún, hecha con profesionalismo.

Javier Corcuera, la mente creativa detrás de esta producción, tiene una larga trayectoria como documentalista. El cineasta siempre se ha preocupado por exponer historias reales y su apuesta por un género poco difundido es respetada y celebrada tanto por especialistas como por el público en general.

Debido a eso,Impresión, la revista de la especialidad de Periodismo de la PUCP lo ha considerado  como un ejemplo de emprendimiento en las comunicaciones

A continuación, compartimos la entrevista que le hizo Laura Luz Correa para la mencionada publicación.


Te vas muy joven del Perú a estudiar en España ¿Cuánto influyó eso en tu vida o cuánto marcó tu estilo en el  rodaje?
Sí, viajo solo, y tengo ahí una vida madrileña de inmigrante latino. Para mí fue fundamental ese cambio a España por muchas razones. Primero, por razones de formación, allá pude ver el cine que no había visto en el Perú, pude también ver el Perú desde lejos. Mi cine, por eso, aunque es de producción española, está rodado en muchos países; en Palestina, en Kurdistán, en Irak. Desde España yo podía tener una relación con el mundo muy distinta. Y no era fácil hacer cine, pero probablemente había más posibilidades que acá de hacer el cine que a mí me interesaba.
Alguna vez citaste a Arguedas: “En  el Perú cualquier hombre no engrilletado ni embrutecido por el egoísmo  puede vivir feliz, todas las patrias” ¿Tú  eres un hombre de muchas patrias?
Bueno, sí. Yo hace doce años que fundé un festival de cine en el Sahara, en los campos de refugiados saharauis, en el Sahara occidental, entre Argelia, Marruecos y Mauritania. Podría decir que soy un patriota saharaui, un patriota kurdo, un latinoamericanista, no sé, parece que tengo muchas patrias, sí. En el sentido positivo de la palabra patria, como un lugar en el mundo, porque ahí sí creo más en la idea de patria de José Martí que dijo: “Cuando digo patria digo humanidad".
¿De dónde sale tu acercamiento al  Perú-sierra, al Perú-selva, Perú-invisible?
A mí, aparte del lenguaje del cine, siempre me ha interesado lo que pasa en el mundo y en nuestro país. He intentado con mis películas ser un poco testigo de mi época. Por eso es que hice La espalda del mundo tocando tres temas universales, por eso es que hice Invierno en Bagdad o la película que habla de la guerra interna en Colombia. He intentado hacer películas sobre lo que me preocupa y entonces sí se podría decir que hago un cine que intenta visibilizar ciertas cosas o ciertos temas, o ciertas personas, o ciertas historias que difícilmente llegan a los medios de comunicación o a las pantallas grandes. Y por eso también hice el festival internacional de cine en el Sahara, porque era de alguna manera hacer visible a ese país entero en el exilio.
¿Por qué escoger documental y no  ficción pura, que es más rentable?

Bueno, primero porque a mí me gusta rodar realidad más que fabricar puestas en escena o películas previamente escritas. Aunque yo hago un trabajo de guión bastante profundo y trabajo con co-guionistas y a veces hasta hago trabajos como asesor de guiones de ficción para otros, me gusta trabajar con la realidad. Me gusta hacer una película sin saber la película que vas a tener al final, que es lo que pasa en el documental. Y eso me sedujo y me apasionó. Y ya luegono pude abandonarlo. Y bueno, sobre la rentabilidad… Si alguien pretende enriquecerse debería dedicarse a otro oficio, no es algo que está en el plan.

foto: revista impresión

¿Y por el lado de la productora?
Como dijo Jaime Guardia en Sigo Siendo, recordando lo que le había dicho Arguedas: “Tú sigue haciendo lo que te gusta, vas a ser millonario, no de dinero pero sí de amigos”. Pienso que el cine documental sí es rentable, lo que pasa es que tiene otro tipo de rentabilidad. ¿Cómo no va a ser rentable que exista una película como Sigo Siendo? ¿Cómo no va a ser rentable para un país que existan películas que recojan la memoria? ¿Cómo no va a ser rentable que se rueden películas que son parte de nuestra identidad, de nuestra memoria, para saber quiénes somos? Son cosas  que tienen otro tipo de rentabilidad. Un país que no hace documental es un país que no recuerda, que no sabe quién es, que no tiene registro sobre su memoria, donde sus personajes desaparecen y no queda nada. Entonces existe otra rentabilidad. Por eso yo pienso que el género documental se tiene que tomar en serio en las políticas públicas culturales del país. No tener documentales es como no tener museos, es como no tener luz eléctrica, desagüe, son cosas vitales para un país.
¿Cómo convertir un discurso marginal  como es la poesía o el documental en algo rentable con las condiciones  que tenemos?
En realidad es una idea falsa eso de que el documental no es rentable. Primero por lo que te digo, que tiene otro tipo de rentabilidad que es mucho más importante que la rentabilidad inmediata de taquilla, pero además, no es cierto que no es taquillero, siempre hay documentales que dan la vuelta al mundo, pero es que se produce mucho menos documental entonces pasa mucho menos que la ficción. Luego, sí es rentable para un documentalista que vive en un país con leyes de protección documental, hacer un documental. No se va a enriquecer, lógicamente, pero por lo general el documental se financia con dinero público, es decir, se hace con los premios que recibe, entonces sale financiado, todo lo demás es beneficio. Por último, no creo que la motivación para un documentalista o alguien que quiere recoger la realidad sea una motivación económica. Los documentalistas que respeto y reconozco son precisamente aquellos que han hecho buenas películas y les ha ido bien incluso económicamente porque esa no era la principal motivación.
Pero si uno no es conocido, ¿cómo  comenzar? ¿No es eso un tanto peligroso para las productoras peruanos? En el extranjero asumo que no tanto, porque hay más realizadores documentales, se han especializado, pero  ¿en nuestro país?
En realidad, en la forma de producir de la industria documental en este momento, cualquiera puede montar una productora y solicitar el dinero público, porque los documentales se hacen con ayudas públicas. Nadie invierte en el documental, no es lo habitual que alguien diga ‘Ya, yo voy a financiar un documental’. Y también hay muchas ventanas internacionales. No es imposible. Mira, yo no conozco a nadie que haya querido hacer una película documental y no la haya hecho. Conozco un montón de gente que decía que quería hacer pero de verdad no quería, porque si no lo hubiera conseguido… Las personas que de verdad sentían que tenían algo que contar han acabado haciendo la película, se han demorado, les ha costado más o menos tiempo, o la han hecho con más o menos dinero, pero la han hecho. Es posible hacer cine documental, ahora más que nunca. Porque se ha democratizado la tecnología, una cámara no vale mucho, puedes montar [editar] desde una computadora de tu casa. No hay ningún problema. Antes era más complicado, había que rodar con Betacam y te costaba un dineral y tenías que editar en una mesa analógica que costaba ufff y no existía edición no lineal, era una locura. Y no quiero ni saber de cuándo se hacía documental en moviola… porque tampoco soy tan viejo (risas).
Es esperanzador eso de las nuevas tecnologías.
Para el documental es revolucionario.
Te apasiona hacer documentales ¿no?

Aprendo… no sé hacer otra cosa 

(risas).

Has dicho en entrevistas anteriores “un país sin documental es un país sin gente que mira” y has citado al  cineasta chileno Patricio Guzmán que  afirmaba: “Un país sin documental es  como una familia sin álbum de fotografías” y “la cultura democrática de  un país es directamente proporcional a  la cantidad de documentales que produce”. ¿Qué haríamos con nuestro país  y nuestras nuevas generaciones?
Primero tomar conciencia de la importancia de tener un cine propio, ya sea desde el documental o desde la ficción. Y presionar a las autoridades para que eso sea real, es decir, es un derecho del país tener una cinematografía propia, tenemos que luchar por la escuela de cine pública y gratuita. Aquí hacen cine los que tienen el privilegio de poder formarse, por lo general, en escuelas de fuera. Eso marca una mirada, además, de un sector social muy concreto, no está democratizada la posibilidad de hacer cine con diferentes miradas en el Perú. Podría haber una gran escuela pública de cine, las hay ya en toda América Latina. El Perú va por detrás, bastante por detrás en políticas culturales. Necesitamos exhibir nuestros documentales, nuestras películas, que se puedan ver en la televisión pública.
-Y contar historias propias...

Sí, Sigo Siendo casi no se estrena. O sea, si una película como Sigo Siendo, que está hecha con dinero público, es decir, que está hecha con dinero de todos nosotros, porque ha recibido ayuda del ministerio, ayuda de Ibermedia que es dinero público, la pagas tú, la pagan los que van a leer esta revista. Pero nadie les garantiza que puedan verla, porque no existe exhibición, no existe cuota de pantalla, entonces depende de la buena voluntad de los exhibidores y distribuidores. Yo creo que hay muchísimo que hacer. Y me preocupa también el vínculo entre los que hacen documental con la televisión pública, que me parece fundamental.

revista impresión

¿Por qué crees que a la gente le gusta  más ver la ficción? ¿Será porque muchas  veces los documentales han tenido  sabor a jarabe y mala calidad visual?
Yo creo que no se consume documental en el Perú porque no se exhibe cine documental ni películas que trabajen la realidad en el país. El problema del documental es que no se sabe bien lo que es el documental, entonces meten en el saco del cine documental…. todo!
Todo lo que no es ficción
Claro, desde documentales de animales hasta, yo qué sé, un reportaje de periodismo de investigación. Y no tengo nada en contra del reportaje, me parece muy válido su lenguaje, hay grandes obras en la lógica del reportaje y me gusta, pero una obra cinematográfica es otra cosa. Entonces no se puede decir que en el Perú no se ve cine documental porque la gente no quiera ir a verlo, la verdad es que no existe, ¿Cuándo se ha estrenado una película de cine documental acá? Es muy raro eso.
Lo que me sorprende gratamente es que Sigo Siendo estuvo diez semanas en cartelera, incluso más tiempo que  muchas películas comerciales, sin contar  las proyecciones en innumerables  instituciones
Claro, eso quiere decir que no es que la gente no quiera ver cine documental, es que simplemente no hay cine documental. Cuando surge una película que les interesa, el público va.
Javier, el documental también es  memoria ¿crees que el Perú es un país que olvida muy rápido?

Yo creo que el Perú es un país que niega la memoria, no es que olvida, es que la niega, no quiere saber nada. En el caso más inmediato me imagino la falta de memoria en la guerra interna, los problemas que hemos tenido para que exista el museo de la memoria y que al final no tiene el apoyo que debería. Es un país que no tiene derecho a la memoria.


De igual manera, La revista Impresión entrevistó a David Rivera (director de la Revista Poder) y a Rolando Toledo (director general de LaMula.pe) ya que ellos también fueron considerados entre los once ejemplos de emprendimiento en las comunicaciones.


[Foto de portada: LaMula.pe]


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